En 1956 tuvo lugar
una revolución en Hungría que comenzó exigiendo reformas políticas y económicas
y pronto se convirtió en un enfrentamiento directo con el régimen de corte
estalinista que gobernaba el país sustentado y controlado directamente desde
Moscú.
Esa sublevación actualmente
está valorada como la más importante disidencia de la Guerra Fría frente a la
URSS hasta la llegada al Kremlin de Mijaíl Gorbachov.
Fue un levantamiento popular
de dimensiones inesperadas contra el sistema que los húngaros habían soportado
desde 1948 y que había sido uno de los más duros de todo el bloque del Este.
El estallido comenzó en los
círculos intelectuales y estudiantiles, pero se extendió en unos días a
diferentes sectores de la sociedad que convergieron en sus demandas y que
llegaron a incluir los dos objetivos más radicales que ni antes ni después
habían osado concebir: un sistema pluripartidista y la neutralidad para Hungría.
Como era de esperar, fueron imposibles de asumir por la URSS. El pueblo Húngaro
pagó con la sangre de sus mártires sus ansias de libertad.
La actitud norteamericana ante
la ocupación soviética de Hungría y, mas concretamente, ante la sublevación de
1956 fue sumamente hipócrita. Aunque los norteamericanos realizaban una
propaganda violentamente antisoviética, la realidad práctica de su política
exterior era la de coexistencia con la URSS: un anticomunismo puramente
retórico.
¿Y que tiene todo esto que
ver con la División Azul?
Pese a que la URSS acusó a los
EE.UU. de haber apoyado militarmente a los patriotas húngaros que se rebelaron
en 1956 contra el comunismo, esto fue falso. En realidad hizo lo contrario. Como
cuenta LászlóBorhi:
"No hay dudas, por
ejemplo, de que Washington rechazó los planes españoles para prestar una ayuda
encubierta a los rebeldes, una posición que habría sido incomprensible si los
Estados Unidos hubieran estado prestando ese tipo de ayuda. Otto de Habsburgo
estuvo en contacto con Franco a través de un intermediario y le pidió que
enviara ayuda a los luchadores por la libertad húngaros. El día 4 de noviembre
se tomó la decisión de enviar una unidad de voluntarios españoles que sería
mandada por el antiguo comandante de la División Azul. Dos días después, el 6 de
noviembre, el Ministro español Alberto Martín Artajo le dijo a Cabot Lodge que
su gobierno "estaba dispuesto a enviar una fuerza
armada a Hungría". Artajo sugirió que los EE.UU. enviaran "dos aviones a España,
para ser cargados con armas para ser lanzadas en Hungría. Franco y su gabinete
le había dado instrucciones de hacerse cargo de ese tema".
Muñoz Grandes, el ministro de Guerra y el
ex capitán general de la División Azul, que jamás dejó de lucir en su uniforme
la Cruz de Hierro, la máxima distinción militar entregada por el IIIReich dejó
su cartera presto a volver a combatir al comunismo. Hoy el mundo no reconoce a
estos héroes de la libertad.
Muñoz Grandes, el ministro de
Guerra y el ex capitán general de la División Azul, enviada al frente ruso (en
la Segunda Guerra Mundial, .) abandonó su cartera para hacerse comandante de la
división española destinada a la ayuda de los húngaros sublevados. Mientras
tanto, Franco ordenó que se llevara al aeropuerto armamento, equipo y munición
suficientes para una división, para que los aviones americanos pudieran
transportarlos a Sopron.
Además, al general Noriega le
nombró oficial de enlace para mantener conmigo la comunicación permanente [.].
"Por desgracia, este generoso proyecto no se realizó por la actitud de los EEUU
. El secretario general de la Liga Húngara de América, Béla Bácskai había hecho
gestiones ante el gobierno norteamericano para que éste cediera al menos los
aviones, si no armas, a la ayuda española para realizar el transporte desde
Madrid a Hungría. Esto era necesario porque en 1956 España no disponía de
aviones que pudieran hacer la distancia entre Madrid y Sopron sin reservas de
combustible. Habría sido necesario una escala a medio camino pero que no era
posible ni en Suiza ni en Austria, por su neutralidad, ni en territorio alemán,
por la prohibición de los poderes ocupantes. La respuesta del Gobierno de los
EE.UU., enviada por el Departamento de Estado, fue inequívoca, el gobierno
norteamericano no había aprobado la cesión de los aviones:
"El Gobierno de los EE.UU. no
puede dar apoyo, ni abierto ni encubierto, a ninguna intervención militar en
Hungría en las presentes circunstancias".
El Departamento de Estado
también expresaba su esperanza de que España no tomara ninguna decisión sin
consultar antes con los Estados Unidos "en virtud de nuestros comunes objetivos
y obligaciones en pro del mantenimiento de la paz internacional".
A cambio de que
España se inhibiera, el Departamento de Estado prometía que las medidas
apropiadas se tomarían en el marco de las Naciones Unidas".
Esta segunda División Azul
quedó inédita, algo perfectamente comprensible porque el "anticomunismo" de los
EE.UU. siempre fue puramente verbal, destinado más que a enfrentarse a la URSS,
a mantener divida Europa, con su parte occidental absolutamente subordinada a
Washington.
extraido de Democracia Nacional Joven
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