Se dice que la política es el arte de lo posible. La intención de este artículo, y de ahí su título, es demostrar a los políticos estrechos de miras y a quienes piensan que el fin del imperialismo global es una utopía, que Europa es posible; y que si Europa renace, el imperialismo global tal como lo conocemos dejará de existir.
En el presente artículo, no hablaremos de la Europa que fue, sino que demostraremos que Europa puede ser la potencia del siglo XXI por territorio, por población, por mercado, y por poder económico y militar, que al fin es lo que cuenta.
Pero iremos aún más lejos. Demostraremos no sólo que Europa puede ser; sino que Europa debe ser. Que el futuro de los estados europeos, es la Europa-Nación o la esclavitud perpetua.
La geoestrategia de los grandes espacios.
La geoestrategia del siglo XX, ha sido la de los grandes espacios. Las naciones que supieron prevalecer sobre el resto del mundo, fueron aquéllas que, poseedoras de grandes territorios, supieron explotar su enorme potencial.
No es por casualidad que el mundo de la segunda mitad del siglo XX se organizara en torno a los EE.UU. y a la U.R.S.S. Ambas naciones, supieron aprovechar el potencial humano, económico, industrial y de recursos que su enorme territorio les proporcionaba. Más aún, supieron rodearse de países satélites que agrandaban todavía más su espacio de poder.
La vieja Europa, mientras tanto, se aferró a sus nacionalismos chauvinistas, y rechazó la oportunidad de formar el espacio geopolítico europeo; error que pagó con la ocupación, el desmembramiento y la esclavitud.
Un país como los EE.UU. con 9.600 kilómetros cuadrados y 280 millones de habitantes, puede desplegar portaaviones como el Nimitz o el Eisenhower de 332 metros de eslora y 5.500 tripulantes. Un país con 40 millones de habitantes puede desplegar el Délalo o el Príncipe de Asturias, de 175 metros este último. Siguiendo esta regla de proporcionalidad, ¿Qué podrían los EE.UU. contra una Europa de 700 millones de habitantes?
La unificación de Europa, supondría el lanzamiento al teatro geopolítico global de una potencia sin comparación. Los europeos podemos elegir entre permanecer en la esfera de los EE.UU. y sucumbir en la marea de la globalización, o unirnos y detener la locura que nos conduce a la dictadura global.
En el presente artículo, no hablaremos de la Europa que fue, sino que demostraremos que Europa puede ser la potencia del siglo XXI por territorio, por población, por mercado, y por poder económico y militar, que al fin es lo que cuenta.
Pero iremos aún más lejos. Demostraremos no sólo que Europa puede ser; sino que Europa debe ser. Que el futuro de los estados europeos, es la Europa-Nación o la esclavitud perpetua.
La geoestrategia de los grandes espacios.
La geoestrategia del siglo XX, ha sido la de los grandes espacios. Las naciones que supieron prevalecer sobre el resto del mundo, fueron aquéllas que, poseedoras de grandes territorios, supieron explotar su enorme potencial.
No es por casualidad que el mundo de la segunda mitad del siglo XX se organizara en torno a los EE.UU. y a la U.R.S.S. Ambas naciones, supieron aprovechar el potencial humano, económico, industrial y de recursos que su enorme territorio les proporcionaba. Más aún, supieron rodearse de países satélites que agrandaban todavía más su espacio de poder.
La vieja Europa, mientras tanto, se aferró a sus nacionalismos chauvinistas, y rechazó la oportunidad de formar el espacio geopolítico europeo; error que pagó con la ocupación, el desmembramiento y la esclavitud.
Un país como los EE.UU. con 9.600 kilómetros cuadrados y 280 millones de habitantes, puede desplegar portaaviones como el Nimitz o el Eisenhower de 332 metros de eslora y 5.500 tripulantes. Un país con 40 millones de habitantes puede desplegar el Délalo o el Príncipe de Asturias, de 175 metros este último. Siguiendo esta regla de proporcionalidad, ¿Qué podrían los EE.UU. contra una Europa de 700 millones de habitantes?
La unificación de Europa, supondría el lanzamiento al teatro geopolítico global de una potencia sin comparación. Los europeos podemos elegir entre permanecer en la esfera de los EE.UU. y sucumbir en la marea de la globalización, o unirnos y detener la locura que nos conduce a la dictadura global.
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