miércoles, 26 de diciembre de 2012

El caballero del sol - Argumento

Argumento hecho por el mismo autor sobre la peregrinación y continua batalla de la vida del hombre.
Ser el hombre nacido para trabajo, discreto lector, afírmalo la Sagrada Escritura. Nace el hombre turbia la memoria, ofuscado el entendimiento y turbada la voluntad y sin el uso de la razón. Ve con los ojos y no conoce. Nace sordo de los oídos, mudo de la lengua, finalmente, atado de los pies y ligado de las manos. Nace desnudo, pobre y rodeado de toda miseria; y, por tanto, lo primero que hace después de la entrada que ha hecho en este mundo es llorar su nacimiento, su flaqueza y los trabajos que le esperan. Y con razón, porque los otros animales fieros, domésticos, ganados, pescados y aves nacen vestidos de gruesos cueros de pelos, cerdas, lanas, conchas o escamas. Nacen callados y muchos armados. En saliendo del vientre de la madre, o del casco del huevo, andan, maman, buscan su mantenimiento y aun siguen a sus propias madres y las aman y conocen. Por el contrario; es tanta la miseria y flaqueza del hombre que si no le reciben del vientre de su madre, no le apiadan, no le limpian, no le empañan, no le traen entre brazos, y no le llegan y dan la teta, no solamente no anda, no conoce a su madre, no la sigue, pero ni procura, ni atina a mamar, ni busca otro manjar, ni sabe otra cosa sino gemir y llorar y, como una cosa sin poder y sin provecho, se dejaría morir.
 Pues a quien tantos trabajos acompañan en su nacimiento, en el proceso de la vida ¿quien los contará? Cuántas desgracias, cuántos infortunios, cuántas enfermedades, cuántas pérdidas, cuántas contiendas, cuántas afrentas y cuántos azotes de la adversa fortuna le esperan. De la muerte y sus trabajos no quiero decir más de que es la cosa más terribilísima y espantable que hay en la vida; para probar esto, basta decir que es privación de la misma vida. Allí huyen los amigos y le desamparan los parientes, y si al uno le regala es más por heredarle lo que deja que no para ayudarle a sufrir el dolor de que se queja.
Después que el hombre ha pasado y atravesado la edad de la inocencia y llegado a los años de la discreción, cuando ya comienzan las potencias del alma a despertar, la razón a discernir y conocer el bien y el mal, los ojos a ver, las orejas a oír, y la lengua con discreción a hablar, llega por la posta otro mayor trabajo, que es una continua batalla con los desordenados deseos de la carne, una guerra con las tentaciones del demonio y una contienda con los vicios, engaños y trabajos del mundo. Considerando esto, decía Job, VII capítulo, que la vida del hombre es una continua guerra y un tener siempre asentado real sobre la tierra. De manera que, a este real que el hombre tiene asentado sobre la tierra, tres mortales enemigos le dan continua batería noche y día. La carne le lombardea con los continuos aguijones de la inmunda lujuria, convidándole, si se rinde, con placeres, comeres, regalos y fingido descanso. El demonio está en celada y le acecha siempre con turbados y malos pensamientos, le saltea con soberbias y aun le aflige con grandes tentaciones. El mundo le corre el campo, le combate y llega a manos y puñadas con pundonores, bandolerías, honrras, trajes y riquezas. Aunque con todo esto el hombre no está sin defensa contra tres tan mortales enemigos, porque le armó Dios de prudencia, sitióle y fortalecióle con consejo y diole por capitán y defensor a la razón. Armóle la cabeza de un yelmo de la memoria de la muerte para se defender del pecado y del demonio. Armóle de un arnés de temperancia para se amparar de las inmundicias y regalos de la carne. Fortalecióle de un escudo de paciencia para sufrir los encuentros de los trabajos, adversidades y casos desastrados de la fortuna. Guarnecióle de una espada del olvido de la vida para cortar las honras, vanaglorias, trajes, regalos y riquezas del mundo.
Viniendo pues al propósito, digo que el Caballero del Sol, considerando todas estas cosas y más que con el trabajo se alcanza la prez y la honra de la caballería del hombre y la virtud y renombre de bueno en esta vida y la deseada bienaventuranza en la otra, y de la ociosidad, que es madre de todos los vicios, madrasta de la virtud y arma a dos manos del enemigo, nacen todos los males, determino de se partir de la corte y propia tierra, de desechar el regalo y la holganza y ociosidad e ir desterrado de su voluntad a buscar la prez honra de la cristiana caballería y no cansar hasta hallar y seguir el camino de la virtud. Debajo de lo cual el autor representa a los lectores la peregrinación de toda la vida del hombre, la caballería cristiana y la continua batalla con los vicios, y enseña el estrecho camino de la virtud poniendo dos caminos, el de la perdición, que es el de los placeres, regalos y riquezas de este mundo y vida y su desastrado y lloroso fin, después del cual se sigue la eterna pena; el de la vida, que es el de la virtud, de los trabajos y continua batalla de los vicios y su glorioso fin, después del cual sigue la perpetua holganza. Debe advertir el lector que en aquellos capítulos que se ponen en estilo que parece profano, hasta que Pelio Roseo sale a buscar al Caballero del Sol perdido, ha de considerar más que la letra, porque tienen encubierta su moralidad y debajo del casco está la médula del sabroso manjar, porque todo lo demás va harto entendido aunque también lleva sus maneras de figuras y pasos que van representando cosas que acontecen al hombre en la peregrinación y proceso de su vida, los cuales conviene que sean muy bien entendidos. Y puesto que alguno tome hastío en lo primero, hasta llegar al buscar de Pelio Roseo, no se canse, porque hallara adelante una tan sabrosa historia y tan provechosa que leyendola le dará, como la buena fruta, sabor y olor; pensándola, mirándola le acrecentara la virtud y le huyentará el vicio, le traerá memoria de la muerte, le dará olvido de la vida, le enseñará el camino de la virtud y trabajosa contienda de la vida del hombre, y le hará menospreciar el mundo y sus vanas promesas y huir del camino de la perdición, y finalmente le enseñará a bien vivir y le dirá cómo mejor sepa y pueda acabar y morir en el Señor.

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